Al inicio las mujeres trenzaban el hilo artesanalmente para luego teñirlo y finalmente convertirlo en telas multicolores, pero como no pueden dedicar todo el tiempo a los tejidos (ya que sobre sus hombros se descarga la responsabilidad de la familia) ellas necesitan de por lo menos 4 días para terminar una hamaca, pero muchos mas si la tela va bordada.
Del centro a las afueras de la población de puede observar las diferencias arquitectónicas y sociales que tienen relación con el tejido, muy cerca de la plaza están los almacenes de hilos y hamacas; mas allá están los barrios donde se fabrican fajones, mochilas y peyones (es una especie de tapete acolchados que los camioneros usan para no sentir el calor de la cojineria).
Finalmente, en las afueras están los barrios hamaqueros, calles pintorescas y bien trazadas, techos de paja, ventanas y puertas de colores y nunca falta el antejardín, con pequeños árboles y un caminito donde poder disfrutar la brisa de la tarde.
Allí, la mayoría de las casas son iguales en su interior: Hay una o dos habitaciones donde se acomoda toda la familia, una salita en la que las mecedoras marcan el nivel económico de sus habitantes, van desde fibras plásticas y madera, hasta hierro.
En la parte de atrás encontrara el Cobertizo, que es un patio con techo de paja donde se vive toda la actividad familiar (se cocina en leña o se trabaja en el telar), revolotean las gallinas y los cerdos van de aquí para allá.
Esta es la cuna de las hamacas, una artesanía que alguna vez tuvo su propia fiesta, cuando el pueblo se revolcaba a la corraleja y festejaban con sus sombreros y ron blanco.
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